- Malditos ácidos. Antes tenía buena memoria. Yo pertenecía al club de ajedrez del instituto. Se me daba bien.
- ¿En serio? Eso es fantástico.
- ¿El qué? ¿Que estuviera en el club de ajedrez?
- Supongo que sí. Me parece tan... excéntrico.
- Sí. Pero usaba dedos amputados en lugar de piezas normales.
Danny se rió con demasiada intensidad, tembló como si tuviera convulsiones y secó lágrimas imaginarias en el rabillo de sus ojos.
Ah, pequeño y servil adulador.